Esta obra que tienes en las manos no es una novela histórica, ni mucho menos, aunque un antiguo papiro sí juega un papel muy importante en ella.
Tampoco es una novela de aventuras, a pesar de que el protagonista se ve obligado a realizar diversos viajes y sus peripecias no siempre le resulten agradables.
Tampoco es una novela sobre ordenadores, si bien hoy en día hace falta conocerlos un poco si se pretende robar un banco, ¿no crees?
Tampoco es una novela de amor, salvo que entendamos como tal la relación del protagonista con una prostituta.
Tampoco es una novela sobre la Guerra Civil, sin embargo es innegable que los personajes son civiles e, incluso, están civilizados dentro de lo que cabe.
Entonces, ¿cómo calificar esta obra?
Lo cierto es que sin muchos los adjetivos que se le pueden aplicar (actual, amena, apasionante, enigmática, excelente, etc.) pero, seguramente, todo podría resumirse en que es una novela con estilo, mucho estilo.