Cuando, tras el cierre definitivo del cine Elíseos, Max es contratado como proyeccionista, no sospecha que las imágenes que alumbran ese viejo y elegante recinto antes dedicado al séptimo arte han sido sustituidas por secuencias de extraña naturaleza surgidas de los recuerdos, sueños y traumas de cada espectador. Enfrascado en la escritura de su último guion, Max se enfrentará a sus propias ficciones sin distinguirlas de la realidad hasta que se vea obligado a confrontarse, bajo el monólogo interior de la pantalla del Elíseos, con el antagonista secreto que lo ha conducido hasta allí para autoafirmar su existencia a modo de venganza.
No pidas solo un deseo es una novela de seres arrasados por el narcisismo de la sociedad ciberautista y la banalización del deseo, una distopía sobre la pervivencia y extinción de las imágenes y el cine: «Lo que sucede allí no es cine o realidad virtual, sino otra cosa. Un pase privado, como un showroom de la cinta que se esconde en los intersticios mutantes de nuestra conciencia»